sin nombre

Unos pasos acelerados era lo único que se oía en el pasillo principal del palacio, en el que la Emperatriz y sus hermanas las protegidas del Triunvirato habitaban.
Gaelo cruzaba raudo el pasillo, iba ataviado con el tabardo ceremonial de triunvirato sujetado por un cinturón de cuero marrón, calzaba unas botas del mismo color, sus hombros sostenían la capa que indicaba que era parte de la triada que lideraba a los Caballeros del Triunvirato, las únicas piezas de armadura que vestía eran un par de grebas, brazales y su yelmo cerrado que llevaba bajo el brazo izquierdo, en el lado izquierdo del cinturón llevaba una espada larga.
Llego rápidamente a las puertas situada al final del pasillo, se paro un momento extendió las manos hacia las manillas de las puertas, tiro de ellas con fuerzas y las abrió de par en par. Allí al final de la sala estaban los tres tronos, el de la emperatriz que se alzaba un poco elevado sobre otros dos y además era el único que estaba ocupado en este momento. En aquel trono forjado y adornador por los maestros enanos se encontraba la emperatriz Farah, la misma a la que Gaelo, Vander, Valtur y el Triunvirato habían arrebatado a los dioses en la primera batalla del cielo. Farah se mostraba en si misma como una divinidad, un ser perfecto hasta el mas mínimo detalle, iba vestida con un vestido negro ligeramente escotado, decorado con bordados rojos y dorados, en su cuello reposaba un collar terminado en una lagrima de rubí que hacia con juego con unos pendientes igualmente decorados.
Farah poso la mirada sobre el recién llegado, que estaba situado a la entrada esperando una señal de su Emperatriz para avanzar, esta hizo un gesto con la mano y el respondió poniendo se marcha con dirección al trono. Una vez se encontraba a aproximadamente un metro del trono hizo un reverencia hincando una rodilla en el suelo y agachando la cabeza.

-Saludos Emperatriz, ¿me buscabais? –dijo Gaelo con un tono de extrema devoción

Farah hizo un gesto afirmativo con la cabeza en respuesta a Gaelo

-¿Y cual es el propósito de vuestra llamada, mi señora?- añadió Gaelo al notar el gesto

…

Farah la Emperatriz se inclino un poco en el trono y le hizo un gesto a Gaelo, este se irguió pero aun así seguía un poco inclinado.
En ese momento hablo, su voz sonó dulce y a la vez penetrante y aunque era encantadora tenia un matiz que producía terror.
- Gaelo las noticias que tengo para ti no me agradan, y dudo que a ti lo hagan.

Gaelo alzo la mirada temerosa y asintió. Farah prosiguió hablando mientras bajaba poco a poco los escalones del trono.
- Puede ser que estemos en peligro – Gaelo la miro con los ojos abiertos como platos- Todos – termino diciendo la Emperatriz.

Gaelo instantáneamente desvaino el arma y su furia empezó a apoderarse de su rostro.
Farah había terminado de bajar los escalones:
- Hijo, no temas aun – su voz le reconforto y sus músculos volvieron a la calma por ahora - Se trata de un grupo impío de soldados procedentes aparentemente del mismo infierno, asesinan a su paso sin piedad alguna, sus victimas son niños, mujeres, hombres y ancianos da igual, todo lo que se interpone en su camino son obstáculos.
- ¿A donde debo ir Emperatriz? – preguntó Gaelo arrodillándose con su espada enfrente y sus ojos envueltos en una capa de rojo intenso.
- Tus hermanos de batalla te esperan en el ala sur con mas información, no quiero que nadie tema por uno seres diabólicos. -Farah se inclino hasta llegar a la cabeza de Gaelo y la alzo hasta topar mirada con mirada- confío en vosotros caballeros del Triunvirato, haced lo que debáis.

Gaelos agacho por ultima reverencia se levanto a prisa envainado su espada por el camino y abrió la puerta, antes de que esta se cierre
- Tened cuidado hijos, pronuncio por último Farah volviendo a su asiento.
…